Comprender la sensibilidad sensorial
- Clinica León
- 22 dic 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 26 may

Una forma de comprender la sensibilidad sensorial es subirse a un coche cerrado, encender la radio con el volumen demasiado alto e intentar permanecer allí durante media hora. También podrías usar ropa dos tallas más pequeña y pasear con ella. O quizás sentarte al aire libre en un día de sol abrasador con el equipo de esquí puesto, y no olvides meter una esponja áspera dentro de los pantalones. Esto podría ayudarte a comprender lo que se siente al experimentar presión, asfixia, ruido y una incomodidad insoportable.
Al principio, la incomodidad puede permitirte funcionar con casi normalidad, pero con el tiempo, empezarás a sentirte nervioso, frustrado y agotado. La sensibilidad sensorial puede convertir una luz normal en algo cegador y doloroso para los ojos, un ruido ordinario en mareo y ciertas telas en papel de lija. En resumen, las personas con sensibilidad sensorial sienten cómo las experiencias normales y placenteras se transforman en una pesadilla.
Los estudios indican que entre el 10 % y el 20 % de los niños sufren de sensibilidad sensorial. Cuanto más pequeño es el niño o más pronunciado es su trastorno de la comunicación, mayor es su angustia. Pueden mostrar signos de irritabilidad, rechazo, retraimiento o llanto mientras su cuerpo lucha contra una sobrecarga sensorial abrumadora.
En algunos casos, es fácil identificar los desencadenantes de la sensibilidad; por ejemplo, cuando un niño dice que odia el ruido o se tapa los oídos y se balancea. Sin embargo, en algunas situaciones, el niño desarrolla aversión a cualquier cosa que le cause incomodidad, lo que obliga a los padres a descubrir por sí mismos el origen del problema. Es importante prestar atención a los elementos de cada entorno donde el niño muestra signos de angustia. Y lo más importante, es crucial mantener la curiosidad y examinar la posible causa del problema. Si los padres no descubren la causa, pueden pasar por alto el sufrimiento de su hijo. Sin querer, una reacción de ira o frustración ante la sobrecarga del niño solo empeorará la situación.
Una persona con sensibilidad sensorial experimenta incomodidad y angustia comparables a las que otros podrían sentir al exponerse a estímulos mucho más intensos. Cuando alguien se encuentra en un estado de sobrecarga sensorial, no puede pensar ni comportarse de forma lógica. En primer lugar, necesita un entorno que lo comprenda y lo apoye. En segundo lugar, deben reconocer la naturaleza y el tipo de su sensibilidad. Finalmente, se recomienda buscar asesoramiento profesional en casos donde exista un impacto continuo en la calidad de vida.
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