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Lea esto si su hijo es introvertido

  • Clinica León
  • 11 abr 2023
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 26 may


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Esta semana, Tallulah Willis, hija de actores reconocidos, anunció que recibió el diagnóstico a los 30 años y compartió el alivio que le brindó este diagnóstico tardío. En mi opinión, su artículo es de enorme importancia para muchos adultos y niños introvertidos, extraños o apegados a la rutina y lo familiar.


Suelen ser personas muy funcionales, inteligentes y encantadoras. ¿Por qué diagnosticarlos? ¿Por qué arreglar lo que no está roto? Es importante comprender que a una edad temprana, estos niños no tienen ningún problema de integración y, por lo tanto, es muy difícil localizarlos e iniciar el tratamiento a tiempo. A una edad más avanzada, cuando los problemas empeoran y se solucionan, el tratamiento es menos efectivo.


Así que esta valiente joven se puso de pie, les dio voz y les explicó lo que los profesionales de la salud mental saben y muchos padres descubren demasiado tarde.


Algunos niños introvertidos o rígidos comienzan el tratamiento a los 14 o 15 años, cuando las exigencias sociales aumentan. Ya sufren más y los resultados no son tan buenos. Tras el diagnóstico y el tratamiento, a cualquier edad, las mismas personas comparten los terribles sentimientos que lograron ocultar: ansiedad, vergüenza, la sensación de ser extraños, una vaga sensación constante de incomprensión con su entorno. Tensión constante. Tallulah también describe estos sentimientos de forma típica y afirma haber pasado años de depresión, baja autoestima, trastornos alimentarios y dificultad para interpretar el entorno, lo que la lleva al desapego y la soledad.


Paradójicamente, el alto funcionamiento, la obediencia a las normas, la gran inteligencia, el apego a la rutina y, sobre todo, la incapacidad de describir su mundo interior, en realidad actúan en su contra y conducen a su diagnóstico solo en la edad adulta. La falta de habilidades sociales es, ante todo, una dificultad para explicar la dificultad y hacerla visible a quienes la rodean.


En el caso de niños con discapacidad social y alto funcionamiento, es fundamental diagnosticarlos y tratarlos lo más pronto posible. Casi ningún niño con alto funcionamiento presenta todos los síntomas. Por lo tanto, si su hijo presenta más de tres de los síntomas mencionados, consulte con un profesional de la salud. Es importante comprender que, a una edad temprana, estos niños no presentan ningún problema de integración y suelen ser encantadores; por lo tanto, es muy difícil identificarlos e iniciar el tratamiento a tiempo. A una edad más avanzada, cuando los problemas empeoran y se consolidan, el tratamiento es menos eficaz.


1. Apego a la rutina, dificultad para las transiciones, hábitos fijos.

2. Reticencia o ignorar a personas desconocidas.

3. Inicio del habla a una edad tardía, cerca de los dos años.

4. Intereses limitados, jugar siempre al mismo juego, ver la misma serie de televisión.

5. Fluctuaciones emocionales, arrebatos de ira, sentimientos inusuales y dificultad para expresar emociones. Reacciones anormales a las emociones de los demás.

6. Torpeza.

7. Preferencia marcada por los carbohidratos.

8. Apego a personajes familiares no apropiados para su edad. Infantilismo.

9. Dificultad para establecer o mantener el contacto visual. 10. Dolores psicosomáticos.

11. Preferencia por no salir de casa.

12. Sensibilidad sensorial: ruido, hacinamiento, tacto, olores.


Para más información, contácteme.

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