Hábitos alimentarios y el espectro autista
- Clinica León
- 22 dic 2024
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Actualizado: 26 may
Muchos niños con autismo muestran inflexibilidad en sus hábitos alimenticios. Esto puede manifestarse como una fuerte preferencia por tipos, formas, texturas, olores u otras características específicas que les importan. Además, dado que a menudo experimentan ansiedad difícil de expresar, pueden recurrir a la comida en busca de consuelo. Numerosos estudios han encontrado una conexión entre los antojos excesivos de carbohidratos, el bajo peso, los problemas digestivos y la obesidad en relación con el autismo. Los niños con autismo pueden experimentar rabietas y conflictos en torno a la comida, y pueden malinterpretar las señales de hambre. En algunos casos, pueden sufrir desnutrición debido a una dieta muy limitada. En situaciones en las que parezca necesaria ayuda adicional, es recomendable consultar a un dietista con experiencia en autismo.
Consejos generales para la alimentación de niños con autismo:
– Establezca horarios de comidas e intente cumplirlos. Muchos niños con autismo disfrutan conociendo su menú de antemano.
– Es importante evitar que la comida se convierta en una fuente de conflicto o disputas. Además, la comida no debe utilizarse como recompensa o refuerzo positivo.
– Sirva comidas variadas.
Permita que el niño participe en la preparación de las comidas para reducir su aversión a ciertos alimentos. Puede cortar verduras, ayudar en la cocina o buscar recetas que le interesen. Se recomienda que la presentación de la comida sea divertida, como crear caras o animales con frutas y verduras, o crear formas divertidas con los platos principales y las guarniciones.
Intente siempre ofrecer algo nuevo, modificando ligeramente la presentación de los alimentos, su composición o la disposición de los platos. Un niño con autismo puede fijarse en algunos alimentos específicos, por lo que es importante ser consciente de ello y fomentar la exploración de una variedad de alimentos. Se recomienda introducir nuevos alimentos gradualmente, por ejemplo, colocándolos en la mesa y comiéndolos nosotros mismos, ofreciéndolos cuando el niño tenga hambre y esté esperando la comida, o animándolo a probarlos cuando vea a sus hermanos o amigos comiéndolos.
Tenga en cuenta que algunos alimentos pueden no gustarle debido a su textura, como los demasiado blandos o demasiado duros, e intente modificar la preparación para que sean más agradables.
Si cree que su hijo busca comida para calmar sus emociones, hable con él sobre los diferentes tipos de hambre. Puede preguntarle si siente “hambre de comida”, “hambre de aburrimiento” o “hambre por malestar emocional”.
Como con todos los niños, se recomienda no obligarlo nunca a comer, compartir las comidas en familia, evitar comer con distracciones como pantallas y beber mucha agua.
Esperamos que disfrute de las comidas y del tiempo compartido con su hijo especial.
Sueño
Muchos niños con autismo tienen peores patrones de sueño que sus compañeros.
Los estudios han demostrado que los padres de niños con autismo también experimentan más fatiga que los padres de niños neurotípicos. Las investigaciones han descubierto que los niños con autismo producen niveles significativamente más bajos e irregulares de melatonina, una hormona que regula la calidad del sueño. Esto significa que no se portan mal intencionalmente, sino que enfrentan verdaderas dificultades fisiológicas para lograr un sueño reparador. Los problemas de sueño comunes incluyen dificultad para conciliar el sueño, despertares nocturnos frecuentes y despertares tempranos.
Debido a estos problemas de sueño, los padres pueden adoptar hábitos de sueño poco ideales, como sentarse junto a la cama de su hijo hasta que se duerma o permitirle dormir en la cama de sus padres. Dado que los niños con autismo suelen tener dificultades para conciliar el sueño, estos hábitos pueden arraigarse profundamente y resultar frustrantes. La buena noticia es que, por la misma razón, los buenos hábitos de sueño también pueden establecerse con el tiempo y convertirse en rutina.
Asegurarse de que todos los niños, y especialmente aquellos con autismo, duerman lo suficiente y con calidad es crucial. Sin él, pueden volverse irritables y fatigados durante el día. La falta de sueño afecta sus interacciones sociales, su funcionamiento en el hogar y su rendimiento escolar. De igual manera, los padres agotados pueden sentirse más impacientes y experimentar estrés intenso y agotamiento.
Puntos a considerar para establecer buenos hábitos de sueño en niños con autismo:
Muchos de ellos presentan dificultades de procesamiento sensorial. Por lo tanto, es recomendable prestar especial atención a las telas, las mantas, la temperatura ambiente, el ruido o cualquier otro factor que les importe. Su dormitorio debe ser un espacio relajante y cómodo.
Los rituales para la hora de dormir son muy recomendables y pueden comenzar una o dos horas antes de acostarse. Los niños con espectro autista disfrutan de las rutinas, y mantenerlas de forma constante mejora la cooperación y la armonía familiar. Por ejemplo, se puede establecer una rutina para cenar, bañarse, cepillarse los dientes, leer un cuento e irse a la cama. Para niños más pequeños o con discapacidades más pronunciadas, se pueden usar recursos visuales, como una tabla con imágenes que muestre el orden de las actividades, y repetirlas todas las noches hasta que se convierta en una rutina.
Los niños con espectro autista pueden tener dificultades para expresar la ansiedad.
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